Por: Solange Jimenez
Economista e Investigadora
La economía naranja es un término que agrupa a la industria creativa e involucra la generación de ideas y conocimientos dentro del sector cultural; y, sin embargo, no solo comprende el arte, sino que va mucho más allá. Esta propulsora económica y social también incluye el entretenimiento, diseño, arquitectura, publicidad, gastronomía e incluso a la educación, investigación y desarrollo, alta tecnología, informática, telecomunicaciones, robótica, nanotecnología e industria aeroespacial.
Se considera a John Howkins, autor británico y conferencista sobre Industrias creativas, el padre de la economía creativa, quien en 2001 expuso por primera vez el término de economía creativa en su libro La economía creativa: Transformar una idea en beneficios.
La industria creativa valora tanto a la propiedad intelectual, un concepto intangible, como a la plataforma física, de existir alguna. Cada uno de estos factores tendrá un mayor o menor peso, dependiendo del sector al que se aplique. Por ejemplo, en relación a los programas informáticos digitales tendrán una mayor importancia la significación intelectual, contrario a otras áreas como las artes, donde el valor unitario del objeto físico será más elevado.
La motivación y el significado de lo creado caracteriza a los trabajadores creativos más allá del crédito económico y social y en su mayoría corresponden a autores multidisciplinarios, englobando tareas de diferentes áreas; sin embargo, potencia el desarrollo y el crecimiento económico, principalmente la generación de empleos, las exportaciones, la inclusión social y la diversidad cultural.
BID ha definido la Economía Naranja como el conjunto de actividades que, de manera encadenada, permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual. En 2015 generó ingresos por US$124.000 millones y dio empleo a 1,9 millones de personas en América Latina y el Caribe.
Colombia, México, Argentina y Brasil son considerados países naranjas referentes en América Latina. Particularmente en Colombia, la participación del valor agregado de la Economía Naranja con respecto al valor agregado nacional se ubicó en promedio en 3,3% durante el periodo 2014-2018, descomponiéndose en Creaciones funcionales, con 44,4%; Artes y patrimonio, 28,3%; e Industrias culturales, 27,3%. En las actividades de Economía Naranja, los ocupados presentaron un crecimiento de 4,10% en el año 2018 con respecto al año 2017, según DANE.
De esta manera vemos cómo la economía creativa representa un concepto integral que también alcanza mecanismos legales, institucionales, financieros y de políticas públicas, combinando dentro del color naranja la innovación con la creación de valor y la diversidad cultural de un país.